El 18 de marzo de este año, Rosalía volvió después de 3 años. Y fue furor. No sólo su disco, Motomami, fue el más escuchado en España en las 48 horas después de su lanzamiento, sino que logró ubicarse en los rankings mundiales de discos más escuchados. El álbum fue aclamado por la crítica, y acá, en ONOH, te damos nuestra perspectiva.
El tercer disco de estudio de la cantante es, quizás, el más íntimo que ha lanzado hasta ahora. Con un foco completo en su voz, y exudando personalidad a cada segundo, llegamos a conocer el carácter de Rosalía a través del disco.
Se trata de un trabajo experimental, en donde cada canción combina ritmos, instrumentos, y herramientas musicales, todo atravesado de una producción sublime, que hace vivir cada canción al oyente. Y a falta, quizás de letras profundas, puedo decir que sigo cantando Chicken Teriyaki sin darme cuenta, incluso a días de haberlo escuchado.
Rosalía grabó y produjo este disco en Estados Unidos, en medio de la pandemia, y eso se trasluce en canciones como G3 N15. Es un disco inquieto, que no se detiene, y que fluye todo el tiempo.
Motomami también es comparable con el arte contemporáneo. En su carácter de collage, de caos organizado en un canvas. En la performance de la cantante, en vivo y para Tik Tok. Todo sale de un pensamiento actual, pensando en el público joven y en el futuro que son las redes. El hecho de que su vivo esté hecho especialmente para dispositivos móviles, la plataforma utilizada, su lenguaje, habla mucho de la visión de la cantante sobre el mundo de la música.
Y el arte contemporáneo es justo eso. Una artista expresando, sabiendo que su mensaje terminará de concretarse con cada escucha, con cada visualización de sus videos, con cada crítica, opinión, con todo el efecto que puede causar la obra en el público. Y es también la vida misma. La vida contemporánea, especialmente post pandemia, es caos puro. Es intentar volver a tener confianza en cosas que hace dos años nos parecían hasta banales. Es recuperarnos de años donde toda la vida se nos fue de cabeza. Y en el medio de todo eso, ¿Quién no quiere bailar un rato, y liberarse de todo lo demás?