En el límite de la ciudad de Buenos Aires, ahí nomás de ese paseo que pinta de colores, se encuentran las puertas de Fundación Proa. El museo de arte privado vio la luz por primera vez en 1996. Con su terraza histórica, y sus muestras cambiantes, encontramos una propuesta de arte tan colorida como sus alrededores.
Esta vez, la exhibición se llama Arte en Juego. Y es justamente eso. Una serie de obras que relacionan lo lúdico con el arte, llevándonos un poco a nuestro pasado, y revisitando los juegos de una manera diferente.
Desde animales de madera que se mueven mediante mecanismos de ondas de sonido, activadas con un xilofón, hasta máquinas de escribir que se conectan a una red de luces gigante en una pared, los artistas nos muestran juegos que, aún en la adultez, podemos disfrutar.
Se trata de una muestra impactante visualmente, que, como su título, juega mucho. Si bien hay obras más profundas, o que intentan calar más hondo en la realidad de crecer, y en el papel de los juegos en la sociedad, la mayor parte trata de engrandecer ese sentimiento de lo lúdico, y la nostalgia. Aún de grandes jugamos, nos perdemos quizás una hora recorriendo, y rememoramos nuestra niñez.
Y así, entre tangos y milongas, y muchos juegos, se llega a la terraza del museo, y su vista infinita, y con ella, el fin del recorrido. Y vuelve el ruido, a la multitud, y todo lo que conlleva encontrarse en el centro de un barrio popular en Buenos Aires. Pero qué lindo es convertirse de nuevo en niños. Aunque sea por un rato.