Nací un 1 de Julio de 1995. Cuando empiezo cualquier texto hablando de mí, mi novia, quizás con razón, dice que soy egocéntrico. Yo le digo que no. En el fondo tiene razón, quizás les artistes somos un poco atajades, pero por que muchas veces la sociedad nos vé de una cierta manera que nos hace estar a la defensiva para defender, valga la redundancia, nuestra pasión, que muchas veces se vé atacada en su posibilidad de continuar y permanecer. Sin embargo, creo que en este caso se justifica que empiece hablando de mí, ya que lo hago para presentar un punto (y además, por que se supone que hay alguien del otro lado pretendiendo conocer mi mirada particular sobre un tema, y no una opinión genérica sobre una temática en particular).
Menciono la fecha de mi natalicio, entonces, para que la persona que está leyendo del otro lado comprenda que nací en una época en la que el Walkman realmente ya estaba siendo desplazado por otros dispositivos de reproducción. Mis primeros recuerdos son a partir de los años 2000, y, por lo que recuerdo, se trataba de un mundo donde la experiencia musical portátil ya casi no pasaba por cintas de casete, sino por CDs en MP3s, para luego pasar por un breve periodo de piratería indiscriminada (utilizando principalmente Ares), para finalmente, ser las plataformas digitales quienes coparon la parada con el streaming.
Sin embargo, cuando observo mi forma de consumo musical actual, la cuál ocurre y me resulta posible casi exclusivamente a través de mi iPhone y Spotify, encuentro que muchas de las cuestiones que el Walkman puso en juego en su momento de irrupción en la sociedad siguen vigentes: la privatización de la escucha, la portabilidad del sonido y la transformación de la relación entre el cuerpo y el dispositivo tecnológico. A continuación, buscaré analizar el impacto del Walkman a partir de autores tales como Walter Benjamin, Theodor Adorno y Michel Foucault, para luego establecer un paralelo con las formas contemporáneas de consumo musical.

Casualmente, un 1 de Julio, pero de 1979, el Walkman fue lanzado oficialmente por Sony (La Nacion, 2024). Su lanzamiento marcó un punto de inflexión en la forma en que las personas interactúan con la música. Como señala el libro Doing Cultural Studies: The Story of the Sony Walkman, «It [The Walkman] has become part of our cultural universe» (“Esto [el Walkman] se volvió parte de nuestra cultura universal”) (Paul Du Gay, 1997).
Lo que probablemente más se destaque de su primera irrupción en el mercado y, en consecuencia, en nuestra sociedad, es que se trata de un dispositivo que permitió, quizás por primera vez en la historia, una escucha verdaderamente individualizada y móvil, dándole al usuario un control sobre su entorno sonoro que nunca había sido posible en el pasado.
En La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, Walter Benjamin señala: “Incluso en la reproducción mejor acabada falta algo: el aquí y ahora de la obra de arte, su existencia irrepetible en el lugar en que se encuentra.” (Benjamin, 1989, pág. 20). Si bien Walter Benjamin no habló en especial de la música, sino que su análisis se basó sobre todo en el cine y la fotografía, podemos interpretar que, en este caso, la desaparición de un “aquí y ahora” nos permite pensar al Walkman como un dispositivo de “descontextualización estética”, el cual, a través de su reproducción mecánica, hace posible que disfrutemos de la música de una manera alejada de su forma de distribución más “primitiva” y tradicional, como lo son los conciertos en vivo. La experiencia de escucha ya no se vuelve única e irrepetible en un espacio y tiempo determinado. Ya no depende de su contexto original. De esa manera, además, el uso de auriculares nos permite una escucha privada e individual, modificando así la función social y simbólica que tuvo la música a lo largo de la historia.
Theodor Adorno, en su texto Dialéctica de la ilustración: Fragmentos filosóficos, lleva a cabo una crítica pesimista sobre cómo la industria cultural ha influenciado en la música popular: “Por el momento, la técnica de la industria cultural ha llevado sólo a la estandarización y producción en serie y ha sacrificado aquello por lo cual la lógica de la obra se diferenciaba de la lógica del sistema social.” (Adorno, 1998, pág. 166). En este sentido, podríamos pensar al Walkman como un eslabón más en esta cadena de estandarización de la escucha, a partir de fomentar no solamente una reproducción masiva, constante y descontextualizada, sino también forzando a la industria cultural a adoptar formas de mezcla y mastering de las producciones sonoras, pensando en su “correcta” reproducción en los dispositivos de audio estandarizados, reduciendo así la capacidad crítica del oyente.
Foucault, en Vigilar y castigar (1975), aporta su mirada acerca de cómo los dispositivos tecnológicos regulan los cuerpos y las conductas. La posibilidad de aislarnos acústicamente del entorno que nos permite el Walkman sumerge al oyente en una especie de “burbuja sonora” que reduce su interacción con el espacio público. Ese mismo fenómeno se vió acentuado con la aparición de los auriculares inalámbricos, los cuales nos permiten una inmersión aún más profunda y personalizada en la música, que hoy en día se consume principalmente mediante plataformas de streaming.

A pesar de que hoy en día, podríamos pensar, el Walkman como tal perdió la vigencia que tuvo en su momento, su lógica de funcionamiento persiste en las plataformas digitales actuales. Hoy, nuestros smartphones y plataformas digitales de streaming como Spotify han modificado profundamente nuestra experiencia de escucha, convirtiéndose en una práctica de consumo personalizada, constante y muchas veces automatizada, donde los algoritmos moldean nuestras preferencias.
El acto de elegir un casete o un CD y colocarlo en un Walkman fue reemplazado por playlists generadas automáticamente a través de recomendaciones personalizadas que crea el propio algoritmo de la plataforma. Sin embargo, la pregunta sigue siendo la misma: ¿cómo transforman estos dispositivos nuestra relación con la escucha y el mundo que nos rodea? En última instancia, la portabilidad de la reproducción de sonido sigue siendo un fenómeno clave en nuestra cultura contemporánea, a pesar de que los dispositivos hayan cambiado su forma y funcionamiento, y es de esa manera que podemos no solamente entender el impacto del Walkman en su contexto original, sino también rastrear y conocer su herencia en las tecnologías actuales, y el uso que les damos a las mismas.
Bibliografía
- La Nación. (1 de Julio de 2024). El Walkman de Sony cumple 45 años: llegó en 1979 y cambió para siempre cómo escuchamos música. Obtenido de La Nación.
- Paul Du Gay, H. M. (1997). Doing Cultural Studies: The Story of the Sony Walkman. Sage Publishing.
- Benjamin, W. (1989). Discursos interrumpidos I: Filosofía del arte y de la historia (J. Aguirre, Trad.). Buenos Aires: Taurus. (Obra original publicada en 1936).
- Adorno, T. W. & Horkheimer, M. (1998). Dialéctica de la ilustración: Fragmentos filosóficos (J. J. Sánchez, Trad.). Editorial Trotta. (Trabajo original publicado en 1944).
- Foucault, M. (1975). Vigilar y castigar.