Parece una casona vieja. Los pasillos, el patio, hasta el frío que se cuela por las ventanas. Pero el ambiente que se respira es diferente. Ya desde el principio, se siente la música que va a venir. 

Llegué a La Bemba temprano, demasiado diría. Es que el tren es impredecible, y no soporto llegar tarde a ningún lado. Adentro, estaban empezando con la prueba de sonido. Uno a uno, aislados, comenzaban a cobrar vida los instrumentos que luego darían forma al primer Festival Onomatopeya.

Merchandising Oficial del Evento

Poco a poco, se iba armando el salón principal del evento. Aparecían mesas, sillas, gente. Y antes de lo que esperaba, se apagaron las luces y sonaron los primeros acordes.

Primero tocó Facu Suárez, acompañado de Tiara Serra, Damián Bruno y Rodrigo Suárez. En su set nos encontramos con canciones de siempre de la banda, y algunas propuestas más nuevas. La banda se conocía, y era evidente. Armonizaban juntos, y lograron romper el hielo con el público. Su presentación terminó con algunos covers, incluyendo uno de Arrancármelo de Wos

Cuando se liberó el escenario, llegó el momento de Alejandra Ortuzar y Leandro Clerici. Alejandra tiene una voz que resuena en toda la habitación, y en la primer canción es acompañada en la guitarra por Leandro. Luego cambian de lugares, y de pronto es Leandro quien está tocando y cantando. Ambos sorprenden con su soltura al presentarse, y su elección de canciones logra que un público ya despierto, pueda disfrutar muchísimo. 

Por último, cambia el escenario de nuevo, y llega Bea Marchelli. Con una voz un poco tanguera, comienza con baladas, escalando de a poco en su repertorio. La verdadera joya, está en su última canción, que toca junto a Facu Suárez (en el violín). Se trata de un cover de Mi Buenos Aires Querido, pero es una versión nueva, que refresca. Y termina con el anuncio: Esta canción va a formar parte del CD que va a lanzar junto a la firma Onomatopeya. 

Cuando se prenden las luces, pareciese que estamos volviendo a la realidad. Me levanto de la silla, y veo a los artistas con sus familias, felicitándolos luego de la presentación. Sentí toda la noche como un momento muy íntimo, muy ligado a las raíces de quienes se presentaron. Y afuera, ya saludándonos al final de la función, me di cuenta que esto no podía terminar acá. Que el festival tiene que volver, por más canciones, por más aplausos. Por más momentos como este.

Por Victoria Martin

Licenciada en Periodismo