Programadores programando con la computadora

Está por comenzar un nuevo cuatrimestre en este 2025, y me resulta inevitable hacerme muchas preguntas en este momento del año. En un mundo donde la inteligencia artificial se expande a pasos agigantados, la pregunta sobre el rol del programador en la sociedad vuelve a cobrar vigencia. La programación, que durante décadas fue sinónimo de escribir código línea por línea frente a una pantalla, hoy empieza a mutar hacia otra cosa: un ejercicio más cercano a la abstracción, la lógica y la resolución de problemas que a la mecánica de tipear instrucciones.

En este sentido, cabe preguntarse: ¿qué significa enseñar a programar en 2025? En la materia Fundamentos de la Programación I que damos en la carrera de videojuegos en la UNPAZ, por ejemplo, la tentación siempre está en comenzar por enfocarlo finalmente en lo concreto, por el código escrito, como si esa fuera la esencia misma del aprendizaje. Pero, ¿lo será en un futuro cercano?

Hace unos meses leía el libro “¿Qué es la inteligencia artificial?” de Melisa Cecilia Avolio, que plantea de forma clara y accesible cómo la IA ya está transformando no solo los oficios técnicos, sino la manera en que entendemos el trabajo humano. Si una máquina puede generar, optimizar e incluso depurar programas en cuestión de segundos, ¿qué lugar le queda al programador? Tal vez no el de “escribir”, sino el de pensar, diseñar, supervisar y decidir.

La historia de la enseñanza de la programación parece repetirse. Mi padre, en su época de estudiante, aprendía a codificar con tarjetas perforadas. Era una práctica engorrosa, lenta y que demandaba una paciencia casi artesanal. En un momento, los docentes de su facultad decidieron dejar de usarlas: comprendieron que insistir en ese método era condenar a los alumnos a un conocimiento que ya no tendría vigencia. ¿No estaremos hoy frente a una disyuntiva parecida? ¿No es acaso escribir código a mano algo que pronto se volverá un ritual innecesario, una formalidad obsoleta frente a lo que ya hacen las IA?

El desafío docente, entonces, tal vez no sea insistir en la sintaxis de un lenguaje que mañana puede cambiar o ser automatizado, sino en formar pensadores algorítmicos. Quizás la clave esté en poner más énfasis en los diagramas de flujo, en la lógica de programación y en los fundamentos de cómo se plantea y resuelve un problema.

¿No será acaso más valioso enseñar a diseñar la idea detrás del código, en lugar de aferrarnos a la escritura del código mismo? ¿No será el momento de volver al inicio, a lo esencial, y enseñar menos teclas y más pensamiento?